Un paseo por los Jardines del Campo del Moro

En pleno centro de la ciudad se encuentra uno de los rincones más especiales de Madrid: los Jardines del Campo del Moro. Abierto todos los días y de acceso gratuito, disfruta de un bello paseo por este lugar idóneo para la reflexión y el descanso que se ha convertido en uno de los rincones favoritos de los madrileños.

Este jardín histórico creado por Felipe II -y gestionado por Patrimonio Nacional- tiene una extensión de más de 20 hectáreas  (unos 25 campos de fútbol) que se extiende desde la fachada occidental del Palacio Real hasta el Paseo de la Virgen del Puerto.

Los Jardines del Campo del Moro son uno de los tres recintos ajardinados que adornan el entorno del Palacio Real, junto a los jardines de Sabatini y la plaza de Oriente. Fueron declarados Monumento Histórico Artístico en 1931 y su posición se aprovechó para crear una de las mejores perspectivas madrileñas, la del Palacio Real detrás de un gran tapiz verde alineado por unas fuentes monumentales dentro de un amplio y sombrío jardín de aspecto romántico.

Un poco de historia…

Fue en el siglo XVI cuando el Rey Felipe II adquiere los terrenos contiguos al Alcázar y de esta manera se convierte en la zona de ocio de la Corte en Madrid. Pero debido al incendio del Alcázar de Madrid este terreno pierde mucho protagonismo en favor de otras zonas cercanas a Palacio. No fue hasta el reinado de Isabel II cuando se llevó a cabo la construcción de los Jardines por parte de Narciso Pascual y Colomer en el año 1844. De esta época permanece el trazado de las principales avenidas rectilíneas, así como la Fuente de las Conchas, obra de Felipe de Castro y Manuel Álvarez (1775), y la Fuente de los Tritones, obra italiana del siglo XVI procedente del jardín de la Isleta en Aranjuez. Cabe destacar que durante el gobierno de María Cristina de Habsburgo se reformó completamente el parque según el diseño seudopaisajista de Ramón Oliva (1890).

Su curioso nombre

Muchos son los que se preguntan, ¿por qué el Campo del Moro se llama así? Su denominación se atribuye a los promotores de los jardines, los cuales, buscando un nombre, recurrieron a episodios históricos. El hecho se remonta al año 1109, tras la muerte de Alfonso VI, cuando las tropas musulmanas lideradas por caudillo Alí Ben Yusuf trataron de reconquistar la plaza de Madrid, en manos de los cristianos, atacando el Alcázar desde la ladera cercana al río. Las tropas acamparon en esta ladera a la espera de lanzar sus ataques para poder recuperar la ciudad.

Comenzamos nuestro paseo

Hay que tener en cuenta que la entrada a los jardines es totalmente gratuita pero dentro de los horarios establecidos. El recinto dispone de tres entradas: una en la Cuesta de San Vicente, situada al norte; otra en la Cuesta de la Vega, al sur; y la principal en el Paseo de la Virgen del Puerto, al oeste.

En nuestro paseo nos encontraremos con verdaderos atractivos que nos pueden hacer sentir como si formásemos parte de la nobleza de la época. En primer lugar, quedaremos maravillados con las hermosas vistas que nos ofrece la gran avenida conocida como la Pradera de las Vistas del Sol, el punto central, decorada con la Fuente de las Conchas y la Fuente de los Tritones.

Una curiosidad oculta en los jardines es el túnel de Bonaparte. Diseñado y construido por el arquitecto español Juan de Villanueva en el año 1811 a petición de José I Bonaparte, servía como enlace subterráneo entre la Casa de Campo (zona del Palacio de los Vargas) con el Palacio Real y lo utilizaba para poder desplazarse sin ser visto. Los accesos se encuentran bajo las escaleras de la entrada del Paseo de la Virgen del Puerto y en la subida a la Glorieta de San Vicente desde el Puente del Rey (donde hay una placa informativa sobre el túnel), pero no están abiertos al público

Si comenzamos la ruta por el primer paseo que se encuentra a la derecha, llamado paseo de Circunvalación, llegamos hasta el Estanque de Carruajes, más conocido como el Estanque de los Patos. Es el más grande de los jardines que data de 1967. Desde aquí se puede cruzar la pasarela del estanque para ver de cerca el antiguo Museo de Carruajes. También fue construido en 1967 por el arquitecto Ramón Andrada con el objetivo de tener un museo en las proximidades del Palacio Real. Actualmente su colección de carruajes puede visitarse en la Galería de las Colecciones Reales bajo el nombre En movimiento. Vehículos y carruajes de Patrimonio Nacional. En el entorno del Museo de Carruajes nos encontramos con Las Fuentes Gemelas localizadas en el punto central del hexágono que forman los jardines.

No puede faltar una visita a la Rosaleda diseñada en formato circular que cuenta con una fuente presidiendo el centro. Desde ella se despliegan cuatro caminos que llevan a sus cuatro entradas. En cada acceso hay una pérgola vestida con plantas trepadoras y, a su lado, hay cuatro bancos que invitan a descansar mientras se observan las bellas flores.

Como en un cuento de hadas

Desde aquí, se puede tomar el camino que lleva al Paseo de los Plátanos, que transita por detrás del museo de carruajes y la Rosaleda, a su izquierda deja el Bosquete de la Copa y llega hasta la Fuente de los Tritones. Llegaremos al Paseo de Damas donde se encuentran la mayor parte de elementos decorativos como el Jarrón del Campo del Moro (1850). Desde este paseo se accede a la Plaza de la Reina María Cristina de Habsburgo-Lorena donde se sitúa el Chalecito de la Reina. Una casita de madera de color rojo y blanco como sacada de un cuento infantil, diseñada por Enrique Repullés Segarra y construida en 1898, que cuenta con un estilo tirolés que recuerda a las cabañas montañesas suizas por su alto e inclinado tejado. Muy cerca está el Chalet del Corcho, un pequeño quiosco o templete de forma octogonal recubierto en su mayoría por corcho.

Paseando entre pavos reales

En los jardines habitan numerosas aves, la mayoría algunas introducidas por antiguos monarcas para disfrutar de su belleza. Destacan los pavos reales y los faisanes, así como otras especies más comunes de los parques como las palomas, patos, loros o tórtolas.

Estos animales habitan libremente en un espacio verde con ejemplares de arbolado muy longevos, donde destaca el gran ejemplar de Pinus halepensis que podremos observar en el Paseo de Damas y cuenta con más de 30 metros de altura.

Lugares cercanos para comer  

Después de este relajante paseo por los jardines puedes finalizar la jornada en alguno de los restaurantes de la zona.

A 850 metros, en el entorno natural del río Manzanares (Madrid Río) se encuentra el Café del Río, un agradable restaurante y café, que dispone de una amplia terraza desde la que admirar unas impresionantes vistas al Palacio de Oriente, la catedral de La Almudena y la basílica de San Francisco El Grande.

En el Paseo de La Florida (a 550 metros) puedes encontrar el tradicional Asador el Molinón que ofrece lo mejor de la gastronomía asturiana y, en general, del norte de España, con platos tradicionales y productos del norte de la más alta calidad, además de una gran variedad de tapas y raciones. En la misma zona también se puede visitar el restaurante del grupo Ferreiro cuya propuesta culinaria se basa en la comida tradicional asturiana donde destacan las carnes y pescados de la provincia, así como la repostería casera.

Al lado está el bonito Centro Comercial Príncipe Pío, una antigua estación de tren reconvertida en un precioso centro comercial y de ocio, con una variada oferta de restauración y de cines.

Si decides quedarte por la zona de Austrias, y a 450 metros saliendo por la Cuesta de la Vega, una buena propuesta es la que ofrece El Anciano Rey de los Vinos, una tradicional y castiza taberna que en 2009 cumplió cien años de existencia. Perfecto si lo que buscas es gastronomía tradicional madrileña con toques más actuales, y una cuidada selección de vinos.

Otra opción -a 1 km por esa misma salida, es La Lonja del Mar. Su situación privilegiada desde la Plaza de Oriente permite observar el Palacio Real mientras saboreas su alta gastronomía que incluye cocina tradicional con pescados y mariscos.

Saliendo por la Cuesta de San Vicente (al otro lado de la calle) tienes varias opciones atractivas como La Cueva de Barragán o La Figal (ambos en la calle Arriaza y que ofrecen cocina tradicional con económicos menú del día), una propuesta para los golosos (la heladería artesanal Tutti Frutti) y, si la tarde se alarga, el Tablao Flamenco Las Tablas.