Es uno de los distritos más castizos de Madrid, tal y como nos recuerdan muchas obras de teatro, sainetes y zarzuelas, pero es también uno de los más ilustres, residencia de escritores y artistas desde principios del siglo XX. Sus animadas plazas, monumentos y rincones nos invitan a visitarlo. Despacio, que aquí hay mucho que disfrutar.
Publicado en la revista esMADRIDmagazine noviembre 2024
Benito Pérez Galdós vivió en la calle de Hilarión Eslava y Pablo Neruda en la de Rodríguez San Pedro, en la famosa Casa de las Flores. Pero también residieron aquí otros grandes nombres de las letras españolas, como Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Gerardo Diego, Carmen de Burgos, Camilo José Cela e incluso un joven Fernando Fernán Gómez.
El distrito de Chamberí ocupa un gran espacio en Madrid, no solo físico -se calcula que cuenta con unos 150 000 habitantes-, sino también emocional por la historia que esconde en cada uno de sus barrios (Gaztambide, Arapiles, Trafalgar, Almagro, Ríos Rosas y Vallehermoso) y que lo convierten en el lugar perfecto para caminar despacio.
Situado en plena almendra central, sus límites lo marcan la calle de la Princesa, la de Alberto Aguilera, el paseo de la Castellana y las avenidas de Moncloa y Reina Victoria. Esta es una de las cunas del casticismo, pero llegó a ser, en la Edad de Plata, durante el primer tercio del siglo XX, el gran punto de encuentro de intelectuales y artistas.
UN LUGAR PARA EL ARTE
También vivió aquí Joaquín Sorolla, el maestro de la luz, uno de los grandes nombres de la pintura del siglo XX. El que hoy es su museo fue su última morada: la hizo construir cuando ya era un artista consagrado, y en ella vivi desde 1911. Cerrado hasta 2026 por un largo proceso de restauración, su lugar como primer gran centro para la cultura y el conocimiento del distrito lo ocupa el Museo Geominero (Ríos Rosas, 23), ubicado en un maravilloso edificio, con un salón central repleto de vitrinas de madera tallada y cubierto por una gran cristalera cenital que cuelga de una estructura de hierro forjado y plomo. Minerales, rocas y fósiles nos recuerdan el importante patrimonio geológico y paleontológico español.
Imponente es también el edificio que alberga la Sala Canal de Isabel II (Santa Engracia, 125), construido entre los años 1907 y 1911 como primer depósito elevado de agua de Madrid. De estilo ecléctico, es una obra monumental de carácter industrial que destaca por su bella estructura exterior de ladrillo y su planta circular. En su interior podemos ver exposiciones temporales muy interesantes, centradas casi todas en la fotografía y la imagen.
Un antiguo palacete de estilo neoclásico sirve de acomodo a la Fundación María Cristina Masaveu Peterson (Alcalá Galiano, 6), que cuenta con una impresionante colección de arte, especialmente contemporáneo, con piezas de artistas consagrados junto con obras de creadores emergentes.
Otra institución que sorprende siempre con sus exposiciones es la Fundación Casa de México en España (Alberto Aguilera, 20), que abre sus puertas para que todo el mundo pueda saber un poquito más sobre la cultura y la sociedad mexicana. Para ello organiza también ciclos de cine, talleres gastronómicos y otras muchas propuestas.
POR EL TÚNEL DEL TIEMPO
Elegante y señorial, el barrio de Almagro, entre el paseo de la Castellana y la zona de Las Salesas, es uno de los más bonitos de Madrid, con casas de imponentes fachadas, antiguos palacetes, algunos transformados hoy en hoteles, como el Santo Mauro, a Luxury Collection Hotel (Zurbano, 36), con un exuberante jardín, y edificios con mucha historia, como el Beti Jai (Marqués de Riscal, 7).
Recientemente restaurado, es testigo vivo del auge del juego de la pelota vasca a finales del siglo XIX, cuando este deporte estaba de moda en Madrid. Inaugurado en 1894 este monumental frontón, cuyo nombre quiere decir en euskera “siempre fiesta”, es el único que se mantiene en pie en la ciudad. En su interior acoge, desde hace apenas unas semanas, un centro de interpretación que narra su historia.
Un viaje al pasado nos propone también la Estación de Chamberí (Plaza de Chamberí, s/n). Inaugurada en 1919, formaba parte de la Línea 1 del Metro, pero fue cerrada en 1966 ante la imposibilidad de ampliar sus andenes, tal y como demandaban los usos de la época. Al descender las escaleras bajamos también por un túnel del tiempo, ya que su interior, gracias a que los exteriores fueron tapiados, se ha conservado casi intacto.
Su diseño es obra de Antonio Palacios, que incorporó la luz natural mediante un lucernario en el vestíbulo. Toda la bóveda está recubierta de azulejos, aunque lo que más llama la atención son los carteles publicitarios originales, también en cerámica.
Del arquitecto Antonio Palacios, en colaboración con Joaquín Otamendi, es también el Palacio de Maudes (Raimundo Fernández Villaverde, 18), creado como Hospital de Jornaleros. Su bosque de torretas y el trabajo de cantería recuerda al Palacio de Cibeles, pero la claridad compositiva de las fachadas nos hace pensar más bien en una fuerte influencia de la Secesión vienesa.
DE LA PLAZA AL ESCENARIO
Además de edificios notables, el distrito de Chamberí tiene verdaderos centros neurálgicos, como la plaza de Olavide, en el corazón del barrio de Trafalgar, que acaba de ser remodelada, igual que las calles de sus inmediaciones, que han sido peatonalizadas. A sus animadas terrazas hay que sumar ahora más árboles y zonas ajardinadas, bancos e incluso un área de ocio con mesas de pimpón.
Un punto de encuentro para los madrileños, como lo es también el entorno de la glorieta de Quevedo, presidida por una estatua del célebre escritor del Siglo de Oro. No es el único autor que tiene su monumento en el distrito. En la misma plaza de Chamberí podemos encontrar, además de un templete de música, el busto de la actriz cómica Loreto Prado (1863-1943), que es una réplica de la última escultura pública que realizó Mariano Benlliure.
El monumento que preside la plaza de los Chisperos de Chamberí es, por su parte, un homenaje a los escritores de sainetes. Está coronado por un chispero, una manola y una pareja típica del Madrid castizo del siglo XIX, debajo de la cual aparecen los bustos de Ramón de la Cruz, Chueca, Ricardo de la Vega y Barbieri.
Las artes escénicas tienen su papel protagonista también en el distrito, donde se ubican algunos teatros imprescindibles de Madrid, como los Teatros del Canal (Cea Bermúdez, 1), en un moderno edificio obra de Juan Navarro Baldeweg, el Teatro de La Abadía (Fernández de los Ríos, 42), en una antigua iglesia, el Teatro Amaya (Paseo del General Martínez Campos, 9), los Teatros Luchana (Luchana, 38) y el Teatro Quique San Francisco (Galileo, 39), que lleva el nombre de un muy querido cómico madrileño fallecido en 2021.
A los amantes del cine les gustará saber que aquí se han rodado muchas películas. Una de ellas, La cabina, de Antonio Mercero (1972). Si alguien busca la cabina roja de la que José Luis López Vázquez no podía salir no la encontrará, porque nunca existió. Lo que sí que hay es una réplica que rinde tributo al mítico filme, que se rodó en un patio privado entre las calles de Rodríguez San Pedro y Arapiles, que es donde está ahora tan particular monumento. A solo unos pasos queda la plaza del Conde del Valle de Súchil, donde luce una escultura a los llamados Últimos de Filipinas, un destacamento de soldados que resistió el asedio de Baler, en la isla de Luzón, que supuso la pérdida definitiva de las colonias españolas en 1898.
El parque de Santander es el principal espacio verde del distrito, que se anima y mucho cuando cae el sol, con locales de música en vivo como Galileo Galilei (Galileo, 100) o Clamores (Alburquerque, 14), y otros locales donde resulta fácil prolongar la noche. Ya de día se impone pasear de nuevo y volver a perderse una y otra vez entre los límites de Chamberí, cuyo nombre, por cierto, deriva de Chambery, el campamento militar de las tropas francesas establecido en la plaza principal del distrito durante la Guerra de Independencia.