El barrio de Lavapiés acoge la Fiesta de Los Mayos-La Maya (3 de mayo en 2026), una celebración muy popular también en los municipios madrileños de Colmenar Viejo, El Molar y Leganés, y que ha sido declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Hecho Cultural por la Comunidad de Madrid. Un evento que se enmarca en el programa de celebración de las Fiestas de San Isidro.
Madrid celebra la llegada de la primavera a través del icono de la Maya , representada por una niña o joven encargada de presidir los actos desde un altar construido con materiales efímeros, entre los que principalmente se encuentran vegetales y objetos decorativos.
La joven se viste para la ocasión con suntuosos ropajes, adornos y mantones de manila bordados. Mientras permanece hierática, se acompaña por una corte de niñas. Los vecinos acuden ataviados con antiguos trajes castellanos y goyescos de Madrid para bailar los bailes tradicionales, como jotas. La estética goyesca es propia de la celebración en Lavapiés.
La fiesta se celebrará en 2026 el 3 de mayo en los alrededores de la plaza de Lavapiés donde se puede disfrutar de música y bailes. Las calles cercanas acogen también un reparto de claveles y plantas, así como una fiesta con rosquillas y vinos de la región. La jornada finaliza con una ofrenda floral en la Iglesia de San Lorenzo.
Una fiesta con mucha historia
El icono de la Maya es un símbolo de gran arraigo en todo el continente europeo y gran profundidad histórica. Las primeras referencias en castellano a las Mayas se encuentran en las cantigas de Alfonso X El Sabio (Toledo, 1221– Sevilla, 1284) y aluden a los cantos propios del mes de mayo. Durante el siglo XVI se constata que se trataría de una celebración muy antigua, quizá de procedencia romana.
En los siglos XVI y XVII las Mayas eran fiestas muy extendidas, y fueron de especial interés por parte de poetas y dramaturgos. Entre los autores que las mencionan destacan especialmente Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca.
La Alcaldía de Madrid las prohibió a finales del siglo XVII por los desórdenes que se generaban en ellas, pero siguieron adelante, aunque más tarde dejaron de hacerse. De hecho, las versiones actuales, que se recogen desde mediados del siglo XX, son fundamentalmente recuperaciones.
La celebración comprende elementos que la configuran como un hecho cultural de indudable valor. Por otra parte, da lugar a expresiones de notable importancia estética. Es un reservorio del patrimonio textil y del oficio de bordadora y contribuye a la difusión y mantenimiento de la cultura tradicional.