Este monumento, conocido como el Obelisco de la Fuente Castellana, de Isabel II o del parque de Arganzuela, fue mandado construir por Fernando VII para celebrar el nacimiento de su hija Isabel II, en 1830, aunque finalmente se levantó para celebrar su tercer cumpleaños, que coincidió con su acceso al trono debido a la muerte de su padre el 29 de septiembre de 1833.
El Ayuntamiento de Madrid ordena comenzar las obras el 10 de octubre de 1833, pero la muerte de Fernando VII once días antes estuvo a punto de provocar la suspensión. La reina María Cristina deseaba que las obras comenzaran de inmediato y ordenó seguir con la inauguración. Junto a la primera piedra, y en una urna de cristal, se colocaron algunos recuerdos, como una lista con los nombres de los Regidores, un duro, una peseta, un doblón de oro, un real de plata, una moneda de dos cuartos, otra de un cuarto y un ochavo de 1833.
La ubicación elegida en un primer momento fue el recién abierto Paseo de la Castellana, aunque finalmente se estableció en la Plaza del Obelisco, actual Glorieta de Emilio Castelar. Posteriormente se desplazó a la Plaza de Manuel Becerra, donde estuvo hasta 1969, año en que se trasladó al Parque de la Arganzuela, como elemento central del estanque elíptico que presidía el parque. Tras las obras de soterramiento de la M 30 y la creación de Madrid Río, el monumento se encuentra, desde 2011, junto a un paseo próximo a su anterior emplazamiento, con los caños de las esfinges cegados.