Entre el distrito Centro y el de Chamberí, vecinas a la plaza de Alonso Martínez, se alzan majestuosas las ocho plantas del edificio del hotel Gran Versalles, levantadas en 1965 y cuyas sucesivas reformas han sabido mantener la elegancia de la construcción, presentada por un enorme y cuidado vestíbulo de entrada.
Se trata de un hotel único para el turismo de placer, gracias a la cercanía con la almendra central de la ciudad ya sea en metro -dispone de una parada a sólo veinte metros del inmueble- como a pie, dando un agradable paseo por calles que, atravesando barrios tan emblemáticos como el de Chueca, aseguran el entretenimiento con sus múltiples escaparates y locales de todo tipo.
Además de los servicios propios de su categoría de cuatro estrellas, Gran Versalles dispone de otros exclusivos para el turismo de negocios, sector para el que pone a su disposición cualquiera de sus salones, con la posibilidad de alquilar material audiovisual, servicio de traducción simultánea, de secretariado y de azafatas, vehículos, traslados al aeropuerto o excursiones.
En su café, que también sirve en las habitaciones, se puede degustar desde infusiones hasta cócteles, pasando por un surtido de aperitivos y tapas variadas.