Por jardines, parques y quintas

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Ubicada en la vega del Manzanares y a unos cincuenta kilómetros de la sierra de Guadarrama, la ciudad de Madrid es una de las más verdes de mundo. Más allá de la Casa de Campo, el parque de El Retiro y los jardines del Palacio Real, nuestra ciudad nos brinda espacios al aire libre para disfrutar sin prisas entre árboles centenarios, arte e historia. Estos son algunos de ellos.

Publicado en la revista esMADRIDmagazine en octubre de 2023

Resulta difícil imaginar a Francisco de Goya pintando su célebre Escena de brujas para presidir una de las salas del palacio del Capricho, hoy en fase de rehabilitación. De aires románticos, los jardines donde se emplaza parecen lugar poco adecuado para albergar el aquelarre que en la actualidad puede contemplarse en el Museo Lázaro Galdiano. El cuadro en cuestión fue un encargo de doña María Josefa Alonso Pimentel, duquesa de Osuna, amante de las artes, las letras y la música, que quiso reproducir el Petit Trianon de Versalles en su finca, situada entonces a las afueras de Madrid. De aquellos sueños de grandeza nació a finales del siglo XVIII el que hoy conocemos como el jardín histórico de El Capricho de la Alameda de Osuna, que solo permanece abierto durante los fines de semana y los días festivos. Por sus apenas 14 hectáreas hay lilos, robles, cipreses, pinos… y también algún que otro monumento levantado por expreso deseo de la duquesa. Ella quiso su propio embarcadero. Y lo tuvo. Y también fuentes, un templete dedicado a Baco, un laberinto de arbustos diseñado para los juegos amorosos, un pozo y hasta un abejero, frente al cual le gustaba tomar una taza de chocolate.

Parque del Capricho

Cuentan las crónicas de la época que incluso llegó a contratar a un hombre para que se dejara crecer uñas y pelo y se hiciera pasar por ermitaño en el pequeño santuario que se alza en el jardín, que, durante la invasión francesa, fue abandonado. Tras la Guerra de la Independencia, la duquesa se propuso recuperar todo su esplendor con un casino de baile y nuevas salas para el palacio. A su muerte, su nieto, Pedro de Alcántara, heredó la propiedad, que sirvió para acoger en 1835 la primera carrera de caballos celebrada en Madrid. El Capricho esconde un secreto más: un búnker construido durante la Guerra Civil, en torno a al año 1937, a 15 metros de profundidad, por el ejército republicano durante la contienda (visitas guiadas: programa Pasea Madrid).

Muy cerca, en el mismo distrito de Barajas, encontramos otro oasis para caminar y olvidarnos de las prisas de la ciudad, por mucho que nos encontremos a solo unos pasos del recinto ferial de IFEMA MADRID, con una intensa agenda de eventos. Inaugurado el 7 de mayo de 1992, año en el que Madrid ostentaba el título de Capital Europea de la Cultura, el Parque Juan Carlos I, emplazado en el área del antiguo Olivar de la Hinojosa, se organiza en torno a un gran anillo. Aquí hay muchas cosas que ver: una ría, un lago, dos estanques, la Estufa Fría –un invernadero-, jardines como el de Las Tres Culturas y una espectacular Senda de Esculturas, formada por 19 obras de artistas de diferentes nacionalidades. Dos son las más buscadas: Dedos, del chileno Mario Irarrázabal, y Espacio México, de los mexicanos Andrés Casillas y Margarita García Cornejo, un llamativo círculo rojo que corona una de las pirámides del recinto. Este es uno de los parques más grandes de Madrid, aunque no lo es tanto como el Parque Forestal Valdebebas-Felipe VI, en el distrito de Hortaleza. Con 470 hectáreas, y una silueta que representa un gran árbol, cuenta con zonas de campo abierto, un laberinto, un arboreto y terrazas ajardinadas. Contiene la representación de los cinco ecosistemas del centro peninsular: Sistema Ibérico, Montes de Toledo, Sistema Central, La Alcarria y La Mancha.

Parque Juan Carlos I

Antiguas quintas de recreo

Aunque el mejor momento para visitar la Quinta de los Molinos es el mes de febrero, cuando florecen sus almendros, el otoño también le sienta bien a este parque que, a pesar de estar ahora muy cerca del centro, junto al Metro de Suanzes, en sus tiempos se situaba en el extrarradio de la ciudad, donde tenían sus residencias de verano la familias nobles desde que Felipe II eligiera la Villa para su Corte. A comienzos del siglo XX el conde de Torre Arias donó unos terrenos al arquitecto César Cort, quien compró otros colindantes para así hacer más grande su finca, en la que construyó varios palacetes, en uno de los cuales está ahora instalado el Espacio Abierto Quinta de los Molinos, dedicado al público infantil y juvenil. En sus 25 hectáreas se reparten olivos, cedros, plátanos, lilos… Existen multitud de senderos, que hay que recorrer sin rumbo para encontrarse, aquí y allá, con estanques, fuentes, pozos, una antigua pista de tenis de hierba y los dos molinos de viento que dan nombre al lugar. Fueron traídos desde Estados Unidos en torno a 1920 para extraer agua de regadío.

Quinta de los Molinos

Casi todas las quintas de recreo instaladas a las afueras de Madrid alcanzaron su máximo esplendor en el siglo XIX. Una de ellas es la cercana Quinta de Torre Arias. Sus jardines albergan 51 especies arbóreas diferentes, entre las que destaca una encina de 300 años. Con frecuencia se realizan visitas guiadas a cargo de educadores medioambientales, aunque aquí lo mejor es imaginar cómo era la antigua vida en su palacio rojo. ¡Qué pena que no podamos entrar! Por tener tuvo hasta un vestidor de estilo persa.

Quinta de Torre Arias

Por el mismo cauce por el que hoy discurre la M-30, en el lado este de la ciudad, antes fluía el arroyo del Abroñigal. El Duque de Frías y Conde de Haro, condestable de Castilla, compró en tiempos de los Reyes Católicos varios terrenos para crear la finca de Miraflores, que más tarde sería adquirida por Felipe IV. Hasta que fue cedida a unos monjes benedictinos, la Casa Real siempre alabó las bondades de sus aguas y pasó a llamarla Quinta de la Fuente del Berro. A partir del siglo XIX se convirtió en un parque de recreo de la burguesía. Porque, atención, acogió en su día ¡un parque de atracciones! Se llamaban los Nuevos Campos Elíseos, con sus caballitos y su montaña rusa. Entre los elementos que hoy podemos ver destacan los monumentos a los poetas Bécquer y Pushkin, fuentes, cascadas y estanques, además de un palacete. Aunque sus habitantes más famosos son los pavos reales.

La Quinta de Vista Alegre, en el distrito de Carabanchel, fue construida en el año 1802, pero vivió sus momentos de mayor apogeo en los años centrales del siglo XIX, como residencia de verano de María Cristina de Borbón, cuarta esposa de Fernando VII. Más tarde perteneció al marqués de Salamanca, que compró la finca por 2,5 millones de reales. En su palacio, convertido hoy en sede del Centro Regional de Innovación y Formación, albergó una valiosa colección de arte. Aún nos queda una quinta más para disfrutar: la Huerta de la Salud, en el distrito de Hortaleza, transformada a finales del siglo XIX  por el jurista Pedro Tovar en un complejo agrícola-industrial, del que nos ha quedado como testigo un enorme silo. Una altísima torre poligonal que, junto al granero y el palomar, desaparecidos en los años setenta, causaba admiración. En ellos se posaban las cigüeñas que anunciaban a los vecinos la llegada de la primavera.

¡AL AIRE LIBRE!

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    Parques y jardines
  • Rosaleda de El Retiro © Álvaro López del Cerro
  • Cerca de la Feria de Madrid se esconde uno de nuestros parques más sorprendentes. Abierto todos los días. 

    Quinta de los Molinos
  • Quinta de los Molinos
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    Quinta de Torre Arias
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Cultura y naturaleza desde mediados del siglo XVI hasta hoy

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